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marzo 25, 2016¿Cómo se combinan innovadoras ideas excitantes y sexys con entrelazados extravagantes, vinculando la reservada sobriedad de Oriente con la impetuosidad de Occidente? Michiko Koshino es una diseñadora de moda japonesa que lo acaba de lograr, y el mundo se ha dado cuenta.
por Massimo Gava
«He estado haciendo un vestido con la tela de un paracaídas», me dice Michiko tras mi primera pregunta. «¿De dónde sacaste la idea?», pregunto curioso.
«Compré unos trescientos hace algún tiempo porque me pareció, y esta mañana me he despertado con esta idea así que me puse a diseñar todo esto», me dice sonriendo mientras me muestra los bocetos. ¡Así es como funciona, supongo: te levantas, sacas un paracaídas del armario, cortas un patrón y montas una prenda!
«Tú habrás ayudado» le digo a su ayudante, sentada junto a mí.
«No, no. Ella no quiere ayuda», me responde sonriendo, «cuando está haciendo un vestido no quiere ser molestada hasta que lo ha terminado, no importa la hora que sea».
No me había dado cuenta de que aún quedan diseñadores que trabajan de esta manera hoy en día. Pensaba que todo estaría informatizado y a continuación las tareas serían repartidas entre ayudantes, y así de persona en persona hasta que la última de la fila lo manda el diseño a China o Bangladesh, o a donde sea que produzcan la prenda con los menos costes posibles.
Cuando me sugirieron que conociera a Michiko, fui un poco reacio ya que ¿qué podía estar haciendo ella que fuera tan único? Ya lo hemos visto todo y la moda no es más que un abanico de marcas y acciones de marketing en que la calidad de los productos es la última de las preocupaciones.
No creo en la marcas, incluso menos que llevar ropa de alguna de ellas vaya a definirte o hacerte una persona diferente. Algunos amigos míos que trabajan en el mundo de la moda me dicen que ellos venden sueños; yo respondo que venden ilusiones.
Cuando finalmente conocí a Michiko, en cambio, me sentí de una manera diferente, ya que me encontraba frente a un precioso ornamento de cristales que se veía tan delicado que temías incluso rozarlo. Sus maneras delicadas, su suave forma de hablar inglés con acento japonés crea una resplandeciente aura alrededor de ella y hace que quiera saber más cosas sobre ella.
Nacida en Osaka, Michiko Koshino desciende de un largo linaje de modistas y sastres en Japón, una tradición de fabricación de kimonos que viene muy de atrás. Fue su madre, Ayako Koshino, la que rompió con esta tradición y revolucionó la producción de ropa en su país. Desde una edad muy temprana, Michiko jugaba en el taller de su madre explorando libremente su creatividad mientras aprendía valiosas técnicas. Ella es la más joven de tres hermanas diseñadoras que siguen los pasos de su madre.
En 1974, se graduó en la Universidad Bunka Fukuso Gakuin, la más prestigiosa escuela de diseño y moda de Japón, y se mudó a Londres, en principio no para trabajar como diseñadora directamente, sino porque quería experimentar otra cultura. La cultura japonesa, según me afirma, era demasiado insular para ella..
Pero la moda corría por sus venas. Pronto empezó a crear innovadores diseños que estrechaban los lazos entre lo convencional de ambas culturas, japonesa y británica. Su rebeldía contra el uso tradicional de los materiales la encaminó en una nueva dirección y Michiko pronto comenzó a adquirir renombre como diseñadora pionera que hasta hoy sigue influyendo en la industria.
Después de que su primera tienda abriera en Covent Garden, que simula la atmósfera de una discoteca con mesas de DJ que completan el efecto, se convirtió en toda una sensación y pronto Michiko se volvió incluso más conocida que sus hermanas, que habían tomado las tiendas de la marca de su madre en Japón.
Tras haberle preguntado por sus logros, aún tengo dificultades para ganarme su confianza puesto que su timidez parece impedirle abrirse a mí cuando le hago preguntas más específicas. Debo admitir que siempre he admirado este respetuoso modo de los japoneses de interactuar con desconocidos; a veces pienso que en la cultura occidental somos un poco demasiado echados para adelante al aproximarnos: parece que debemos mostrar la confianza que tenemos en nosotros mismos, como siempre nos recuerdan los coaches. De hecho, eso puede esconder una carencia. Pero eso es anecdótico.
Aún así, cuanto más hablo con Michiko más me doy cuenta de que su timidez me va ganando. Finalmente, cuando le pregunto sobre su última colección, se le ilumina el rostro, desaparece tras un biombo y vuelve en seguida con su última creación: un abrigo que tardó solamente dos días en confeccionar. Se trata de una prenda que se puede llevar con o sin mangas. Incluso si optas por la opción con mangas, parece un abrigo normal excepto por una cosa: los accesorios que lleva la pieza. Si por otro lado eliges usarlo sin mangas, éstas pueden ser colocadas rodeando el cuello, creando un look muy elegante..
Vuelve a desaparecer tras el biombo y regresa varias veces con creaciones increíbles. Michiko se empieza a convertir en lo que en mi mente era una niña jugando en el taller de su madre. Sonríe cuando posa, está totalmente inmersa en su elemento y se abre completamente sobre su trabajo.
Le pregunto cuál es su concepto de la moda de lujo actual y ella me da una respuesta directa: «Es lo que solo puede ser hecho a mano y nadie puede reproducirlo». Claro, eso está bien, pero ¿cuántos pueden permitírselo?, le pregunto.
«No lo sé, pero yo para cada creación hago una única pieza», me responde.
Así que, ¿de dónde saca la inspiración? «Es difícil decirlo, porque hay muchas cosas que me vienen a la mente, proceso todos mis pensamientos y esto o aquello resulta; a veces tengo ideas en sueños y entonces cuando me despierto las reproduzco».
Así es como el vestido de paracaídas tomó forma, supongo. De nuevo su originalidad te golpea, y cuando le pregunto si admira a alguno de sus compañeros de profesión me responde «No sé. Compro lo que me gusta. Pero no conozco muchos de ellos. No sigo ninguna moda». Esas cortas respuestas se suman perfectamente a su esencia.
Michiko fue la diseñadora del último desfile de la pasarela de Stardoll’s Elite, para Kahlen Rondot de America’s Next Top Model. Su marca de ropa pronto empezó después a incluir cosméticos, ropa interior, maquillaje y accesorios que son vendidos en todo el mundo. Yen Denim es otra de sus colecciones exitosas. La ropa de Michiko se le ha visto puesta a figuras como las Spice Girls, Placebo y Natalie Umbruglia. Sus franquicias abarcan Michiko London, Sudo (bufandas), Ta Feng (paraguas), Shin Myung Mool San (mecheros), Chiyoda Bussan (calzado), Mandom (cosméticos), Gunze (medias) y Mitsubishi Rayon (ropa informal).
Ella siempre está rompiendo fronteras en la moda, incorporando nuevos y únicos tejidos en sus diseños así como enfocando sus creaciones a diseños innovadores. Experimentar con ideas nuevas es lo que hace Michiko siempre. En lugar de usar la cultura tradicional japonesa, ella busca aspectos modernos de la sociedad de su país para sus diseños. Ropa sexy pero cómoda es su objetivo para los consumidores más jóvenes. Tomando tejidos tradicionales así como incorporando características futurísticas, mezcla lo oriental y lo occidental como firma de su trabajo.
Finalmente, le hice la pregunta: «¿Crees que los diseñadores de moda venden sueños o ilusiones?». «No sé. Yo vendo arte», como respuesta. Francamente, no es difícil creer que dice la verdad, pues la originalidad de sus diseños y las manos que los vuelven realidad es tan única que cada creación tiene el efecto de una obra de arte, y entiendo por qué Michiko se ha convertido en una artista de éxito.